MARÍA EN LAS ESCRITURAS
Habría tantísimo que
decir acerca de
I. María es
Muchos piensan, -como yo pensaba cuando era parte de las Asambleas de
Dios-, que los católicos somos unos herejes al declarar que María es
¿Dónde se encuentra en
“¿Por
qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”
María estaba visitando a
su prima Elisabet. Ambas estaban embarazadas por intervención sobrenatural de
Dios. Elisabet había pasado ya la edad de la fecundidad; desconocemos que edad
tenía, pero podemos deducir que habría un gran contraste de edad entre María y
ella. María era una jovencita, probablemente alrededor de los catorce años.
La costumbre oriental era que los jóvenes
rendían homenaje a los más mayores. Según esa costumbre, María la jovencita
debería rendir homenaje a Elisabet. Sin embargo, observen lo que pasó. Es
Elisabet la que rindió homenaje a esta joven muchacha, a María; y lo hizo
diciendo:
“Bendita eres entre las mujeres. ¿Por qué se
me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”.
Cuando
vamos a II Samuel 6:9 podemos observar al rey David diciendo practicamente
palabra por palabra esa misma declaración en relación con el Arca de
¿Qué contenía el Arca del Pacto antiguo? Dentro
del Arca estaban los Diez Mandamientos, que se llaman en Hebreo “Las Diez
Palabras”. ¿Quién es
Asimismo, dentro del Arca estaba el maná, que
era ese pan milagroso que venía del cielo para que el pueblo de Dios comiese en
el desierto. Sabemos por Juan 6 que el maná es una figura profética cuyo
cumplimiento fue Jesús, quien es el maná, el pan de vida que descendió del
cielo para que comamos en el desierto de esta vida. Cristo sacramentado en
La
tercera cosa que se encontraba dentro del Arca era la vara de Aarón, de la cual
milagrosamente brotaron flores como señal de que Dios le había escogido sumo
sacerdote (Números 17). Hebreos 3:1 nos dice que Jesús es nuestro Sumo
Sacerdote; Aarón y sus sucesores eran figuras proféticas del verdadero Sumo
Sacerdocio que se cumpliría en Jesús, y después en Pedro y sus sucesores que
participarían del sumo sacerdocio de Cristo; de hecho todos los obispos
participan de ese sumo sacerdocio.
Así, pues, el verdadero
Arca del Pacto, María, llevó dentro de sí a
“Apareció
en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de
sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.”
Luego
sigue diciendo que ella es la que dio a luz al Mesías y todo lo demás.
Elisabet rindió homenaje
a la jovencita María. Claro que eran primas, y se conocían bien, pero en este
encuentro hubo algo diferente. María estaba en cinta de Jesús. Ella era el Arca
del Pacto. Así, pues, cuando María entró en la casa, Elisabet la recibió como
una reina.
Un buen amigo mío que
era protestante me decía: “El énfasis no
debe ponerse tanto en María, sino en aquel Jesús que llevaba dentro.” Yo le dije “Tienes razón. Todo lo bueno en María viene de Jesús. Sin embargo ¿qué
es lo que este texto está enfatizando? El texto no sólo enfatiza a Jesús, sino
al Arca que contiene a Jesús.” Gracias
a Dios que mi amigo se hizo católico.
Fijense que cuando María
entró en la casa de Elisabet no pasó nada. Pero cuando Elisabet oyó el saludo
de María ocurrieron cosas subrenaturales:
Juan el Bautista saltó de gozo en el vientre de Elisabet (sería lleno del
Espíritu, como dice Lucas 1:15); Elisabet fue llena del Espíritu Santo y
comenzó a hablar profeticamente, siendo inspirado por el Espíritu. Tomen nota
del énfasis sobre la persona de María. Dice el pasaje que Elisabet, bajo la
influencia de la plenitud del Espíritu Santo, exclamó a gran voz:
“Bendita tú eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.”
Esto puede parecer
blasfemia. ¿Por qué? Porque parece que está alabando a María, parece que la
está exaltando más que a Jesús.
Debemos darnos cuenta de la importancia de
María en el plan de salvación. Si ella no hubiera dicho “Si” al plan de Dios,
Jesús no habría venido; la salvación dependía de su respuesta. Cuando el ángel
Gabriel se apareció a María y la mostró el plan de Dios, que ella estaba
llamada a dar a luz al Mesías, ella preguntó: “Y ¿cómo será ésto? Pues no conozco varón” María podría haber
imaginado que Dios llevaría a cabo sus planes por medio de un embarzo natural
en su unión conyugal con José, pues ellos estaban compormetidos para casarse.
Al decir María “¿como será ésto? No
conozco varón” deja ver que ella había hecho voto de virginidad, lo cual
era corriente en personas consagradas a Dios, incluso en parejas casadas.
Algunas traducciones dicen que María dijo “¿Cómo
puede ser ésto?”, de forma que parece que María estaba dudando lo que le
decía el ángel. En el griego se usa el verbo ser. La traducción correcta es “¿cómo será ésto?” En ningún momento dudó
María de las palabras de aquel mensajero de Dios, quien respondió diciendo:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo
de Dios.”
María
vendría a ser la esposa del Espíritu Santo. Podemos imaginarnos en aquella
escena del ángel Gabriel con María que todos los santos y ángeles del cielo
estarían pendientes de esta muchachita de catorce años, animándola, diciendo “Venga, María. Dí que sí” ¿por qué?
Porque Dios no forzaría a María para nada; Él es un Caballero; Élla pidió su
mano para que fuese la esposa del Espíritu Santo. Con otras palabras, Dios
estaba diciendo a María “María, ¿quieres
ser la esposa del Espíritu Santo? ¿Podrías
decir ahora “sí” como si estuvieses en el altar del matrimonio?”
El llamado de María
involucraba la salvación del mundo. Ella sería la causa instrumental de la
salvación. Se acusa a los católicos de decir que María es nuestra salvación,
cuando en realidad sólo Jesús es nuestra salvación. Claro que Jesús es nuestra
salvación, pero sin María no tendríamos a Jesús el Salvador. Jesús es la causa
eficiente de nuestra salvación; sólo él tiene el poder, sólo él es nuestro
Salvador, quien dio su vida por el pecado del mundo. Sin embargo, María es la
causa instrumental de nuestra salvación.
Fue porque ella dijo “si” al plan de Dios que el Verbo se hizo carne.
Ella dijo “sí, Señor. Hágase en mí según
tu palabra.” Es en ese sentido que se dice que María es la causa de nuestra
salvación. Cada cristiano es llamado, asimismo, a ser causa instrumental de
salvación para otros. Claro que hay una diferencia básica entre María y otros
cristianos, pues cuando María dijo “si” Jesús nació en este mundo. Nosotros
estamos llamados a decir “si” imitando a María, cuando el Espíritu Santo viene
sobre nosotros, y Jesús nace en nosotros, y así venimos a ser causa de
salvación para otros a nuestro alrededor: nuestros familiares, amigos, vecinos,
compañeros de trabajo, etc.
María es honrada de forma única por ser causa instrumental de
salvación de forma única.
Desde el punto de vista
bíblico hay dos razones por las que honramos a alguien; ya mencionamos esto en
la charla sobre
“Desde ahora todas las
generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Poderoso ha hecho grandes
cosas en mí.”
Dios
llamó a María al oficio más algo que un ser humano pudiera tener, esto es:
traer a Dios al mundo. María era llamada a ser
Muchos protestantes
dirían “¡Un momento! En el versículo 43
Elisabet llama a María
Aún así
los protestantes dirían “Si María es Madre de Dios, entonces ella debe ser
divina, tiene que ser una diosa.” Esto es similar al Padre y al Hijo: si el
Padre es divino, el Hijo es divino. Según esta idea, María sería una diosa, y
-dicen- por eso no dice
En primer lugar debemos
dejar claro que María no es la fuente de la naturaleza divina de Jesús, sino la
fuente de su cuerpo humano. Consideremos, por ejemplo, a los padres humanos:
Dios da la vida a través de ellos: ellos no son la fuente de vida del alma de
sus hijos, pues lo es Dios. Los padres no dan a sus hijos su alma. El alma es
espiritual; tiene, por tanto, que tener un origen espiritual. Eclesiastés 12:7
dice:
“El polvo vuelva a la tierra,
como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.”
Dios es el que crea directamente el ama de las
personas. Imaginenese a una madre que dice a su hijo “No me llames mamá, pues solamente soy madre de tu cuerpo” ¿Por qué
digo esto? Porque María no dio a luz únicamente al cuerpo de Cristo, sino al
Cristo entero compuesto de cuerpo y alma, aunque no fuese ella la fuente de su
naturaleza divina ni de su alma. María era
Además bíblicamente
decir que María es
II. María fue concebida
sin mancha de pecado original. Esto es difícil de creer y aceptar para muchos.
Muchos llegan a admitir que María es Madre de Dios, pero no pueden aceptar que
fuese inmaculada desde su misma concepción.
María no tuvo herencia
de pecado desde su nacimiento porque iba a ser llamada a ser
Muchos
dicen: “
“Por cuanto todos pecaron y están destituidos
de la gloria de Dios.”
I de
Juan 1:8 dice:
“el que dice que no tiene pecado
es un mentiroso, y la verdad no está en él.”
¿Cómo
responder a esto?
Para poder explicar
mejor este punto daré un ejemplo: Imaginemos que ayer hubo un picnic de iglesia
donde acudió muchísima gente. Yo al contárselo a ustedes les digo: “Ayer hubo
un picnic, y todo el mundo estaba allí.” ¿Significa eso que literalmente todo
el mundo estuvo allí? En griego podemos encontrar esta forma de hablar en todas
partes. Por ejemplo en Mateo 3:5 cuando Juan el Bautista estaba bautizando, se
dice:
“y salía a él Jerusalén, y toda
Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en
el Jordán, confesando sus pecados.”
Si literalmente hubiese venido a Juan toda
Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán, todos y cada uno de sus
habitantes, Juan habría tenido que recibir fuerza sobrenatural para bautizar a
tantísima gente. ¿Qué significa entonces? Significa que muchísima gente venía a
Juan para ser bautizados; no necesariamente todos y cada uno de los habitantes
de las regiones mencionadas. Del mismo modo, cuando en Romanos 3:23 se dice que
todos han pecado no significa que todos y cada uno de los seres humanos han
pecado. Tal versículo trata del pecado personal, no del original que todos
heredamos. Aquí san Pablo no dijo “todos” en su sentido absoluto. El usa la
palabra “todos” de forma similar a Mateo 3:5. Piensen en los niños pequeños…
¿Creen ustedes que ellos pecan o han pecado, incluso antes de llegar a la edad
de la conciencia o al uso de razón? Claro que los pequeños no han pecado en
este sentido al que se refiere en Romanos 3:23. Pensemos ahora en aquellos que
padecen retraso mental severo ¿creen ustedes que han pecado o que pecan? Aunque
tengan cincuenta años, no tienen capacidad de pecar. Están en un estado
bendito. Está muy claro que san Pablo dijo eso en un sentido general, no
absoluto. ¿Pecó Jesús? No… Sin embargo, se dice que todos han pecado, pero está
claro que no se incluye a Jesús. La conclusión es clara: el hecho de que se
diga que “todos hemos pecado” no incluye necesariamente a los casos
mencionados, ni a María tampoco.
“¿Pero cómo podemos estar seguros de que María
nació sin pecado original?” Pensemos de nuevo en la escena cuando el ángel
Gabriel se le aparece a María. En la tradición judía si un ángel se aparece a
alguien, la persona se inclina rostro a tierra; asimismo cuando alguien se
encuentra en la presencia de un rey. Había gran reconocimiento de la posición
de autoridad y superioridad de los demás. Ellos valoraban mucho la jerarquía.
Cuando un ángel del Señor se aparece a cualquiera en
En la escena de Gabriel y María vemos que es el
ángel quien le rinde homenaje a María. El ángel Gabriel sabía que estaba en la
presencia de alguien superior en posición a él. El ángel Gabriel entró en la
presencia de
San Jerónimo era el mayor erudito en griego que
ha habido jamás; el fue el mayor erudito de las Escrituras en la historia de
Muchos dirán: “Eso está
bien… María es llena de gracia… Pero eso no nos asegura de que ella fue
concebida así, sin pecado original”. En Génesis 3:15, después de la caída de
Adán y Eva, Dios prometió que enviaría
al Mesías. Antes de que Eva recibiera su nombre, se la conocía como “mujer”. En
Dios dijo “Haré que haya enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya.” ¿A quién estaba hablando? Al diablo. Y
sigue “Ella te pisará la cabeza mientras
tú herirás tu talón.” Algunas
traducciones dicen “él te pisará la
cabeza”, poniéndolo en masculino. En Hebreo es ambiguo; no se puede saber
con certeza si es masculino o femenino. Yo creo que es ambiguo con un
propósito: María y Jesús juntos, están tan involucrados en nuestra salvación,
que es ella y él quienes juntos pisan la cabeza de la serpiente.
He aquí algo sumamente
interesante: Cuando habla Dios de la descendencia del diablo… ¿quiénes son la
descendencia del diablo? Todos y cada uno que hemos nacido en pecado original;
todos los descendientes de Adán y Eva quienes cayeron en la tentación del
diablo. Ahora todos somos simiente del diablo. Pero fíjense lo que dice acerca
de esta mujer que vendría: Dios dijo que pondría enemistad entre la simiente o
descendencia del diablo y la simiente de esa mujer. ¿Qué nos dice esto en cuanto
a esa mujer que iba a dar a luz al Mesías? Nos dice que ella no pertenece a la
simiente del diablo. De esto se deduce necesariamente que sería concebida sin
la influencia del pecado original. Y Además dijo Dios “ella te pisará la
cabeza”, y, aunque es ambiguo si es ella o él, debemos considerar la opinión
del gran erudito san Jerónimo, quien lo tradujo en femenino; seguro que tenía
sus buenas razones para ello.
Recordemos la historia
de Judit (13:10). Esta mujer liberó a los Israelitas del poder de los Asirios.
Judit cortó la cabeza del general Holofernes. Ella fue exaltada como la gran
liberadora de Israel. Holofernes es una figura profética que representa al diablo;
asimismo, Judit es figura profética que representa a María.
En el libro de los
Jueces (5:24) leemos acerca de una mujer llamada Jael: Los cananeos estaban en
lucha con Israel; Jael liberó a los israelitas del poder de los cananeos, al
matar a Sísara atravesándole una estaca por la cabeza. Jael fue exaltada en
5:24 de esta manera: “Bendita entre las
mujeres, Jael.” Elisabet, bajo la inspiración del Espíritu Santo, tomó esta cita sobre Jael para referirse a
María: “Bendita to eres entre las
mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Jael es una figura que
representa a María; Sísara representa al diablo, la serpiente, el opresor del
pueblo de Dios. María, pues, tiene una parte importante en aplastar la cabeza
de Lucifer, y, de este modo, en la liberación del pueblo de Dios.
A pesar de todo, algunos
podría pensar “pero en Romanos 16:20 se
dice que Dios aplastará a Satanás bajo nuestros pies”. Eso también es una
referencia a Génesis 3:15. Los cristianos en general tenemos una parte
importante en el aplastar la cabeza del diablo en el Nombre de Cristo, pero
María tiene la parte más sobresaliente y única. Ella es en primer lugar la
mujer profética que aplató la cabeza de la serpiente, cuando aceptó el plan de
Dios para su vida, llegando así a ser instrumento de la salvación del mundo.
En las bodas de Caná de
Galilea (Juan 2), cuando se les acabó el vino, María dijo a Jesús: “No tienen
vino” y Jesús le respondió: “¿Qué tienes conmigo, mujer?”. Literalmente es
“¿qué a mí y a tí, mujer? Ahí Jesús usa
por primera vez esa palabra de Génesis 3:15, “mujer”, la mujer profética que
pisaría la cabeza de Lucifer con su simiente, el Mesías, junto con la simiente
del Mesías. En algunas culturas hoy es irreverente que un hijo llame a su madre
“mujer”. Claro que Jesús no estaba deshonrando a su madre, sino que la estaba
honrando al llamarla “mujer” en memoria de la profecía pronunciada acerca de
ella, esa mujer, Madre del Mesías, que sería medio de liberación para el mundo.
Fijense en esto: Jesús
dijo a María: “¿que a mí y a ti, mujer?
Aún no ha llegado mi hora” ¿A qué
hora se refiere? A la hora de su glorificación que finalmente sería la cruz.
Aunque no había llegado su hora, un gran milagro tomó lugar allí por la
intercesión de María. No sé trata de que María fuese la única sensible a la
necesidad en aquellas bodas, y que a Jesús no le importase. No es que María sea
la buena de la película, y Jesús el malo o insensible. Más bien Jesús quiere
enseñarnos algo importante por medio de este acontecimiento, y es que él no
haría nada hasta que María se lo pidiese. El no se habría encarnado si María no
hubiera dicho “si”; él no comenzó su ministerio milagroso y público hasta que
María se lo pidiese. Jesús muestra su relación mística con su Madre María. “Aún
no ha venido mi hora”, dijo Jesús; María dijo de otro modo “Sí, ha venido”.
Juan 2:11 dice que Jesús empezó allí a manifestar su gloria. Podemos decir que
fue María quien le empezó. Ella intervino para que viniese al mundo, y así
también para que empezase su ministrio público.
La siguiente vez que
Jesús honra a su Madre llamándola “mujer” (gune), recordándola de su posición
de liberadora, de la mujer que pisaría la cabeza del diablo, la nueva Eva, fue
desde la cruz. Juan 19:26-27 dice:
“Cuando
vio Jesús a su madre, y al dicípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo
a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después
dijo al discípulo: He ahí tu madre.” Y desde aquella hora el discípulo la
recibió en su casa.”
Es interesante que el
texto griego dice “desde aquella hora el discípulo la recibió como suya”, y
“suya” es usado en plural, o sea queriendo decir “de ellos”. Esto no tiene
sentido a menos que uno sea católico. ¿Por qué usa el plural cuando es Juan en
singular quien recibió a María como madre? Porque Juan nos representa a todos
nosotros. ¡Ven ustedes! Jesús no iba a morir sin antes darnos a su Madre. María
en nuestra Madre. Ella es
“Y los
bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y
para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y
una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos
de muchos corazones.”
A pesar de que había
leído estos versículos muchas veces, yo no entendía el significado profundo que
contiene. Mis ojos estaban cegados a ello, hasta que un día comprendí. Esa
“señal que será contradicha” o “señal de contradicción” es la cruz. Después Simeón
se dirige a María, aunque José estaba presente, y la dice que una espada
traspasará su corazón. María sufriría enormemente ante la cruz “para que fueran
revelados los pensamientos de muchos corazones”. Fue en ese momento histórico
en el que el corazón de María se desgarró junto con el sufrimiento de la cruz
de su Hijo, que ella vino a ser nuestra Madre, co-redentora junto con Jesús.
La idea de María, como
la “nueva Eva” es muy antigua. Por ejemplo en la epístola de Diogneto, escrita
alrededor del año 100 d.c., en el
capítulo 12 se menciona a “la nueva Eva que no peca” ¿Quién es esa nueva Eva? El
cumplimiento de Genesis 3:15 que es María. San Justino Mártir, escribiendo en
150 d.c., en su diálogo con Trifo,
sección 100, menciona a
Desafortunadamente
muchos piensan que estos conceptos sobre María no aparecieron hasta los siglos
XIX y XX: en 1854,
Lo significativo aquí es que vemos como
“María
¿Qué nos dice esto sobre
María? Recordemos que el Antiguo Testamento contiene figuras proféticas que se
les llama sombras de las mismas realidades que se cumplen en el Nuevo
Testamento. María es el cumplimiento de esa figura profética que era Eva.
Recordemos que la sombra no puede ser más gloriosa que el objeto en sí de donde
procede la sombra. Ninguna figura profética del Antiguo Testamento puede ser
superior a su cumplimiento en el Nuevo Testamento. ¿Fue Eva creada con pecado?
No, sino que originalmente era inmaculada. Pensar, entonces, que María nació en
pecado es inimaginable según la teología del Nuevo Testamento. ¿Quién es el
Nuevo Adán? Jesús. ¿Quién es superior Adán o Jesús? Jesús. Si decimos que Eva
nació inmaculada y que María nadió contaminada por el pecado original, estamos
diciendo que Eva era superior orignalmente que María, que es el cumplimiento en
el Nuevo Testamento. Es como decir que Adán es superior a Jesús. ¿Quién es
superior? ¿el diablo del Antiguo Testamento que trae el mensaje de muerte, o el
Espíritu Santo en el Nuevo Testamento que trae el mensaje de vida? Del mismo
modo María tiene por necesidad que ser superior a Eva. Eva fue creada sin
pecado, María tuvo que ser concebida sin pecado. Teniendo en cuenta que fue el
pecado de Eva que trajo la muerte al mundo, María tenía que ser limpia de todo
pecado para poder traer la vida al mundo; no sólo en ese momento histórico con
Jesús, y por toda su vida terrenal, sino
que incluso ahora en el cielo, ella sigue dando a luz hijos, aquellos donde
mora su Hijo.