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María en las Escrituras

MARÍA EN LAS ESCRITURAS

 

         Habría tantísimo que decir acerca de la Virgen María, nuestra Madre Bendita que carezco de tiempo y espacio para comentar todos los aspectos y detalles que a mí me gustaría. He grabado una serie de enseñanzas sobre este tema en seis cintas, que hasta la fecha no están traducidas al español. Intentaré, no obstante, comentar los puntos más importantes en el tiempo limitado del que disponemos.

 

         I. María es la Madre de Dios. Este es el aspecto más sublime e importante en el cual vamos a meditar en esta charla. Todas las demás bendiciones de la Santa Virgen María fluyen de esta realidad. La razón por la cual María fue concebida sin mancha de pecado original fue porque ella sería, y de hecho es, la Madre de Dios. Por la misma razón ella es siempre Virgen. Por eso en el concilio ecuménico de Efeso en el año 431 d.c. esta fue la primera declaración dogmática que se hizo: que María es la Madre de Dios.

Muchos piensan, -como yo pensaba cuando era parte de las Asambleas de Dios-, que los católicos somos unos herejes al declarar que María es la Madre de Dios, pues eso implicaría que ella sería divina, o sea una diosa.

 

      ¿Dónde se encuentra en la Biblia que María es la Madre de Dios? ¿Se encuentra en algún lugar de las Escrituras? Sí, efectivamente. En Lucas 1:43, vemos que Elisabet dijo a María:

  “¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”

 

         María estaba visitando a su prima Elisabet. Ambas estaban embarazadas por intervención sobrenatural de Dios. Elisabet había pasado ya la edad de la fecundidad; desconocemos que edad tenía, pero podemos deducir que habría un gran contraste de edad entre María y ella. María era una jovencita, probablemente alrededor de los catorce años.

La costumbre oriental era que los jóvenes rendían homenaje a los más mayores. Según esa costumbre, María la jovencita debería rendir homenaje a Elisabet. Sin embargo, observen lo que pasó. Es Elisabet la que rindió homenaje a esta joven muchacha, a María; y lo hizo diciendo:

 “Bendita eres entre las mujeres. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?”.

 

 Cuando vamos a II Samuel 6:9 podemos observar al rey David diciendo practicamente palabra por palabra esa misma declaración en relación con el Arca de la Alianza. David dijo “¿Cómo ha de venir a mí el arca del Señor?” Esto nos indica algo sumamente importante: Elisabet estaba hablando proféticamente bajo la influencia del Espíritu Santo. María es el cumplimiento de esa figura profética que era el Arca de la Alianza en el Antiguo Testamento. Ella es el Arca de la Alianza del Nuevo Testamento. Recordemos que nadie podía tocar el Arca de Dios pues podía morir. Unicamente el sumo sacerdote podría tocarla y limpiarla. Ni siquiera los sacerdotes levitas podían tocarla: Uza era un sacerdote levita que murió por tocar el Arca de Dios (II Sam 6:6-7) ¿Por qué? Porque el Arca del Pacto con Dios era tan sagrada, tan santa, que ninguno, excepto el sumo sacerdote, podía tocarla. Esto nos habla del carácter sagrado y santo del Arca, o sea María.

¿Qué contenía el Arca del Pacto antiguo? Dentro del Arca estaban los Diez Mandamientos, que se llaman en Hebreo “Las Diez Palabras”. ¿Quién es la Palabra que se hizo carne en el Nuevo Testamento? Jesús; se trata de la Palabra hecha carne, no escrita en tablas de piedra.

Asimismo, dentro del Arca estaba el maná, que era ese pan milagroso que venía del cielo para que el pueblo de Dios comiese en el desierto. Sabemos por Juan 6 que el maná es una figura profética cuyo cumplimiento fue Jesús, quien es el maná, el pan de vida que descendió del cielo para que comamos en el desierto de esta vida. Cristo sacramentado en la Eucaristía es el cumplimiento de aquel maná.

 La tercera cosa que se encontraba dentro del Arca era la vara de Aarón, de la cual milagrosamente brotaron flores como señal de que Dios le había escogido sumo sacerdote (Números 17). Hebreos 3:1 nos dice que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote; Aarón y sus sucesores eran figuras proféticas del verdadero Sumo Sacerdocio que se cumpliría en Jesús, y después en Pedro y sus sucesores que participarían del sumo sacerdocio de Cristo; de hecho todos los obispos participan de ese sumo sacerdocio.

         Así, pues, el verdadero Arca del Pacto, María, llevó dentro de sí a la Palabra de Dios, el Pan de vida, a Aquel que sostenía la vara que floreció, el Sumo Sacerdote, Cristo Jesús. Ella es el Arca del Nuevo Pacto con Dios. En Apocalipsis 11:19 Juan ve el Templo de Dios abierto en el cielo, y el Arca del Pacto se veía. ¿Creen ustedes que Juan veía al antiguo arca, la cual era una caja, la cual era sólo una sombra o figura profética del Arca que vendría? ¿Estaba Juan viendo esa Caja sagrada del Antiguo Testamento? No. El Nuevo Testamento es el cumplimiento de las figuras proféticas del Antiguo Testamento. Lo que Juan estaba viendo es a María, el Arca verdadero del pacto con Dios. Después en 12:1 Juan da una descripción más detallada de María, el Arca, cuando dice:

  Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas.”

 

 Luego sigue diciendo que ella es la que dio a luz al Mesías y todo lo demás.

         Elisabet rindió homenaje a la jovencita María. Claro que eran primas, y se conocían bien, pero en este encuentro hubo algo diferente. María estaba en cinta de Jesús. Ella era el Arca del Pacto. Así, pues, cuando María entró en la casa, Elisabet la recibió como una reina.

         Un buen amigo mío que era protestante me decía: “El énfasis no debe ponerse tanto en María, sino en aquel Jesús que llevaba dentro.”  Yo le dije “Tienes razón. Todo lo bueno en María viene de Jesús. Sin embargo ¿qué es lo que este texto está enfatizando? El texto no sólo enfatiza a Jesús, sino al Arca que contiene a Jesús.”  Gracias a Dios que mi amigo se hizo católico.

         Fijense que cuando María entró en la casa de Elisabet no pasó nada. Pero cuando Elisabet oyó el saludo de María ocurrieron cosas subrenaturales:  Juan el Bautista saltó de gozo en el vientre de Elisabet (sería lleno del Espíritu, como dice Lucas 1:15); Elisabet fue llena del Espíritu Santo y comenzó a hablar profeticamente, siendo inspirado por el Espíritu. Tomen nota del énfasis sobre la persona de María. Dice el pasaje que Elisabet, bajo la influencia de la plenitud del Espíritu Santo, exclamó a gran voz:

         Bendita tú eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.”

         Esto puede parecer blasfemia. ¿Por qué? Porque parece que está alabando a María, parece que la está exaltando más que a Jesús.

Debemos darnos cuenta de la importancia de María en el plan de salvación. Si ella no hubiera dicho “Si” al plan de Dios, Jesús no habría venido; la salvación dependía de su respuesta. Cuando el ángel Gabriel se apareció a María y la mostró el plan de Dios, que ella estaba llamada a dar a luz al Mesías, ella preguntó: “Y ¿cómo será ésto? Pues no conozco varón” María podría haber imaginado que Dios llevaría a cabo sus planes por medio de un embarzo natural en su unión conyugal con José, pues ellos estaban compormetidos para casarse. Al decir María “¿como será ésto? No conozco varón” deja ver que ella había hecho voto de virginidad, lo cual era corriente en personas consagradas a Dios, incluso en parejas casadas. Algunas traducciones dicen que María dijo “¿Cómo puede ser ésto?”, de forma que parece que María estaba dudando lo que le decía el ángel. En el griego se usa el verbo ser. La traducción correcta es “¿cómo será ésto?” En ningún momento dudó María de las palabras de aquel mensajero de Dios, quien respondió diciendo:

 El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

 

 María vendría a ser la esposa del Espíritu Santo. Podemos imaginarnos en aquella escena del ángel Gabriel con María que todos los santos y ángeles del cielo estarían pendientes de esta muchachita de catorce años, animándola, diciendo “Venga, María. Dí que sí” ¿por qué? Porque Dios no forzaría a María para nada; Él es un Caballero; Élla pidió su mano para que fuese la esposa del Espíritu Santo. Con otras palabras, Dios estaba diciendo a María “María, ¿quieres ser la esposa del Espíritu Santo? ¿Podrías decir ahora “sí” como si estuvieses en el altar del matrimonio?”

         El llamado de María involucraba la salvación del mundo. Ella sería la causa instrumental de la salvación. Se acusa a los católicos de decir que María es nuestra salvación, cuando en realidad sólo Jesús es nuestra salvación. Claro que Jesús es nuestra salvación, pero sin María no tendríamos a Jesús el Salvador. Jesús es la causa eficiente de nuestra salvación; sólo él tiene el poder, sólo él es nuestro Salvador, quien dio su vida por el pecado del mundo. Sin embargo, María es la causa instrumental de nuestra salvación.  Fue porque ella dijo “si” al plan de Dios que el Verbo se hizo carne. Ella dijo “sí, Señor. Hágase en mí según tu palabra.” Es en ese sentido que se dice que María es la causa de nuestra salvación. Cada cristiano es llamado, asimismo, a ser causa instrumental de salvación para otros. Claro que hay una diferencia básica entre María y otros cristianos, pues cuando María dijo “si” Jesús nació en este mundo. Nosotros estamos llamados a decir “si” imitando a María, cuando el Espíritu Santo viene sobre nosotros, y Jesús nace en nosotros, y así venimos a ser causa de salvación para otros a nuestro alrededor: nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc.

María es honrada de forma única por ser causa instrumental de salvación de forma única.

         Desde el punto de vista bíblico hay dos razones por las que honramos a alguien; ya mencionamos esto en la charla sobre la Comunión de los Santos. Honramos a alguien por su oficio o posición y por su santidad. María es digna de honra por ambas razones. Noten lo que dijo María en el versículo 48:

Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas en mí.

 

 Dios llamó a María al oficio más algo que un ser humano pudiera tener, esto es: traer a Dios al mundo. María era llamada a ser la Madre de Dios.

         Muchos protestantes dirían “¡Un momento! En el versículo 43 Elisabet llama a María la Madre de mi Señor, no dice Madre de Dios” Walter Martin dijo que si llamamos a María Madre de Dios nos enfrentamos a un problema teológico, pues si decimos que ella es Madre de Dios, teniendo en cuenta que Dios es una Trinidad, estamos diciendo que ella es Madre de la Trinidad. Ese silogismo no es necesario. Sabemos que el Padre no se encarnó, ni tampoco el Espíritu Santo. Fue Jesús el que se hizo hombre. Jesús es su Hijo; el Padre no es hijo de María, sino que ella es Su hija; el Espíritu Santo no es su hijo, sino su esposo. Ella es la Madre de la segunda persona de la bendita Trinidad.

 Aún así los protestantes dirían “Si María es Madre de Dios, entonces ella debe ser divina, tiene que ser una diosa.” Esto es similar al Padre y al Hijo: si el Padre es divino, el Hijo es divino. Según esta idea, María sería una diosa, y -dicen- por eso no dice la Biblia que María es Madre de Dios, sino Madre del Señor. ¿Cómo podemos responder a esto?

 

         En primer lugar debemos dejar claro que María no es la fuente de la naturaleza divina de Jesús, sino la fuente de su cuerpo humano. Consideremos, por ejemplo, a los padres humanos: Dios da la vida a través de ellos: ellos no son la fuente de vida del alma de sus hijos, pues lo es Dios. Los padres no dan a sus hijos su alma. El alma es espiritual; tiene, por tanto, que tener un origen espiritual. Eclesiastés 12:7 dice:

El polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.”

 

Dios es el que crea directamente el ama de las personas. Imaginenese a una madre que dice a su hijo “No me llames mamá, pues solamente soy madre de tu cuerpo” ¿Por qué digo esto? Porque María no dio a luz únicamente al cuerpo de Cristo, sino al Cristo entero compuesto de cuerpo y alma, aunque no fuese ella la fuente de su naturaleza divina ni de su alma. María era la Madre del Cristo completo. ¿No creen ustedes que Jesús llamaba a María mamá? Si mantenemos que Jesús es Dios, es ineludible el admitir que María es Madre de Dios.

         Además bíblicamente decir que María es la Madre del Señor es equivalente a decir que es Madre de Dios. La palabra “kurios” se usa por todo el Nuevo Testamento como un título de divinidad. Hay muchísimos ejemplos de esto. Uno de ellos es Marcos 2:28: Jesús estaba sanando en el día de reposo, los líderes religiosos la tomaron con él… Decían a Jesús “No debes sanar en el día sábado”. Jesús les llamó hipócritas… Luego en el versículo 28 él dice “El Hijo del Hombre es Señor del Sábado” Exodo 20:10 dice que “Yavé es el Señor del Sábado” Asi, pues, ¿qué creen ustedes que Jesús quiso decir? El dijo con otras palabras “Yo soy Yavé” Señor y Dios son sinónimos. No se puede ser “Señor” sin ser Dios. Decir que María es la Madre del Señor, es decir que es Madre de Dios. No hay más vuelta de hoja. María llevó a Dios en su vientre; fue llamada a cooperar con la gracia de Dios para la salvación del mundo.

 

         II. María fue concebida sin mancha de pecado original. Esto es difícil de creer y aceptar para muchos. Muchos llegan a admitir que María es Madre de Dios, pero no pueden aceptar que fuese inmaculada desde su misma concepción.

         María no tuvo herencia de pecado desde su nacimiento porque iba a ser llamada a ser la Madre del Santísimo. Ella tenía que ser ese Arca sagrada y limpia del Pacto para poder llevar a Dios en su vientre.

 Muchos dicen: “La Biblia dice que todo ser humano ha pecado…” En Romanos 3:23 san Pablo dice:

 Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.”

  I de Juan 1:8 dice:

el que dice que no tiene pecado es un mentiroso, y la verdad no está en él.”

 

 ¿Cómo responder a esto?

         Para poder explicar mejor este punto daré un ejemplo: Imaginemos que ayer hubo un picnic de iglesia donde acudió muchísima gente. Yo al contárselo a ustedes les digo: “Ayer hubo un picnic, y todo el mundo estaba allí.” ¿Significa eso que literalmente todo el mundo estuvo allí? En griego podemos encontrar esta forma de hablar en todas partes. Por ejemplo en Mateo 3:5 cuando Juan el Bautista estaba bautizando, se dice:

y salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la provincia de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados.”

 

Si literalmente hubiese venido a Juan toda Judea y toda la provincia de alrededor del Jordán, todos y cada uno de sus habitantes, Juan habría tenido que recibir fuerza sobrenatural para bautizar a tantísima gente. ¿Qué significa entonces? Significa que muchísima gente venía a Juan para ser bautizados; no necesariamente todos y cada uno de los habitantes de las regiones mencionadas. Del mismo modo, cuando en Romanos 3:23 se dice que todos han pecado no significa que todos y cada uno de los seres humanos han pecado. Tal versículo trata del pecado personal, no del original que todos heredamos. Aquí san Pablo no dijo “todos” en su sentido absoluto. El usa la palabra “todos” de forma similar a Mateo 3:5. Piensen en los niños pequeños… ¿Creen ustedes que ellos pecan o han pecado, incluso antes de llegar a la edad de la conciencia o al uso de razón? Claro que los pequeños no han pecado en este sentido al que se refiere en Romanos 3:23. Pensemos ahora en aquellos que padecen retraso mental severo ¿creen ustedes que han pecado o que pecan? Aunque tengan cincuenta años, no tienen capacidad de pecar. Están en un estado bendito. Está muy claro que san Pablo dijo eso en un sentido general, no absoluto. ¿Pecó Jesús? No… Sin embargo, se dice que todos han pecado, pero está claro que no se incluye a Jesús. La conclusión es clara: el hecho de que se diga que “todos hemos pecado” no incluye necesariamente a los casos mencionados, ni a María tampoco.

 

“¿Pero cómo podemos estar seguros de que María nació sin pecado original?” Pensemos de nuevo en la escena cuando el ángel Gabriel se le aparece a María. En la tradición judía si un ángel se aparece a alguien, la persona se inclina rostro a tierra; asimismo cuando alguien se encuentra en la presencia de un rey. Había gran reconocimiento de la posición de autoridad y superioridad de los demás. Ellos valoraban mucho la jerarquía. Cuando un ángel del Señor se aparece a cualquiera en la Biblia vemos que la persona rinde homenaje al ángel: por ejemplo en Apocalipsis 19:10 y 22:8-10, donde san Juan cae postrado ante la presencia de un ángel.

En la escena de Gabriel y María vemos que es el ángel quien le rinde homenaje a María. El ángel Gabriel sabía que estaba en la presencia de alguien superior en posición a él. El ángel Gabriel entró en la presencia de la Reina de los ángeles. Fíjense el saludo que el ángel dio a María: “Kaire Kecaritomene”, o sea “Salve, llena de gracia”. Algunas traducciones no reflejan el verdadero contenido de este saludo. “Kaire” es un saludo utilizado para los reyes y personas que ocupan posiciones de gran honor y autoridad. En Hechos 23:26 se saluda al gobernador Félix usando esta misma expresión. También en Juan 19:3 los judíos burlándose de Jesús, le decían “Salve, Rey de los judíos”. “Kaire” es un saludo reservado para la realeza, mientras que “oposmos” es un saludo para gente común; por ejemplo cuando María saluda a Elisabet en Lucas 1:41: María usó la palabra “oposmos”. Normalmente despues del saludo real “kaire” (salve) viene un título de la persona a la que se saluda, como “Salve el Caesar”, que era la forma de saludar al emperador romano; o “Salve, Rey de los Judíos”. En el caso de María, el ángel dijo “Salve” y le dio un título, “kecaritomene”; éste es un participio perfecto pasivo en el griego que para poderlo entender bien hay que definirlo con una frase. Su significado es: “La que ha sido perfeccionada en la gracia”. Esto nos habla de que en María era perfecta en gracia, o sea que no había pecado en ella. En Hebreo, el nombre de una persona refleja su llamado, carácter o condición. En Exodo 3:14 Dios reveló su Nombre, Yavé, “Yo Soy el que Soy”; este nombre nos deja ver Quién es Dios; nos dice que Dios es el Ser que tiene existencia en sí mismo, que no tiene principio ni fin, sino que es Eterno. Pensemos en los nombres de Abraham, Sara, Isaac, Israel, Jesús, Pedro,  etc. Así el nombre dado a María, “kecaritomene” habla de su ser, de su persona, de su condición, de su llamado.

San Jerónimo era el mayor erudito en griego que ha habido jamás; el fue el mayor erudito de las Escrituras en la historia de la Iglesia. Si alguno tiene dudas de si la traducción de Lucas 1:28 es correcta, que vaya a san Jerónimo. En su traducción latina de las Escrituras llamada la Vulgata, el tradujo este nombre dado a  María como “gratia plena”, o sea “llena o completa en gracia”. ¿Cuánto pecado puede haber en alguien que es completo o perfeccionado en gracia?  Absolutamente nada, no queda ni resquicio, pues habla de plenitud de gracia, o sea de perfección. ¿Cuántos seres humanos pueden decir que han sido perfeccionados en la gracia, o que están llenos, completos en gracia? El título dado a María, que habla de su ser más íntimo, no es algo que todos podemos clamar para nosotros. En Filipenses 3:8-12 san Pablo dice que aún no ha alcanzado la perfección, pero se esforzaba por llegar a la meta, el ser perfeccionado en gracia. Ni siquiera san Pablo había llegado a ese estado perfecto que María tenía.

 

         Muchos dirán: “Eso está bien… María es llena de gracia… Pero eso no nos asegura de que ella fue concebida así, sin pecado original”. En Génesis 3:15, después de la caída de Adán y Eva,  Dios prometió que enviaría al Mesías. Antes de que Eva recibiera su nombre, se la conocía como “mujer”. En la Septuaginta griega esa palabra es “gune”. Ocho veces se menciona en Génesis 3. Una de las ocho veces, la palabra “gune” es usada en sentido profético refiriéndose a la mujer que vendría. El Mesías nacería de esta mujer. Esto es algo muy peculiar y único en todo el Antiguo Testamento. ¿Por qué se dice que el Masías nacería de la simiente de la mujer? Normalmente cuando se habla de simiente se refiere al hombre, no a la mujer. Esta expresión no la encontramos en ningún otro lugar de las Escrituras para referirse a una mujer. Aquí tenemos una pista que nos habla de la concepción  virginal y sobrenatural de María.

         Dios dijo “Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya.” ¿A quién estaba hablando? Al diablo. Y sigue “Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás tu talón.”  Algunas traducciones dicen “él te pisará la cabeza”, poniéndolo en masculino. En Hebreo es ambiguo; no se puede saber con certeza si es masculino o femenino. Yo creo que es ambiguo con un propósito: María y Jesús juntos, están tan involucrados en nuestra salvación, que es ella y él quienes juntos pisan la cabeza de la serpiente.

         He aquí algo sumamente interesante: Cuando habla Dios de la descendencia del diablo… ¿quiénes son la descendencia del diablo? Todos y cada uno que hemos nacido en pecado original; todos los descendientes de Adán y Eva quienes cayeron en la tentación del diablo. Ahora todos somos simiente del diablo. Pero fíjense lo que dice acerca de esta mujer que vendría: Dios dijo que pondría enemistad entre la simiente o descendencia del diablo y la simiente de esa mujer. ¿Qué nos dice esto en cuanto a esa mujer que iba a dar a luz al Mesías? Nos dice que ella no pertenece a la simiente del diablo. De esto se deduce necesariamente que sería concebida sin la influencia del pecado original. Y Además dijo Dios “ella te pisará la cabeza”, y, aunque es ambiguo si es ella o él, debemos considerar la opinión del gran erudito san Jerónimo, quien lo tradujo en femenino; seguro que tenía sus buenas razones para ello.

         Recordemos la historia de Judit (13:10). Esta mujer liberó a los Israelitas del poder de los Asirios. Judit cortó la cabeza del general Holofernes. Ella fue exaltada como la gran liberadora de Israel. Holofernes es una figura profética que representa al diablo; asimismo, Judit es figura profética que representa a María.

         En el libro de los Jueces (5:24) leemos acerca de una mujer llamada Jael: Los cananeos estaban en lucha con Israel; Jael liberó a los israelitas del poder de los cananeos, al matar a Sísara atravesándole una estaca por la cabeza. Jael fue exaltada en 5:24 de esta manera: “Bendita entre las mujeres, Jael.” Elisabet, bajo la inspiración del Espíritu Santo,  tomó esta cita sobre Jael para referirse a María: “Bendita to eres entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre”. Jael es una figura que representa a María; Sísara representa al diablo, la serpiente, el opresor del pueblo de Dios. María, pues, tiene una parte importante en aplastar la cabeza de Lucifer, y, de este modo, en la liberación del pueblo de Dios.

         A pesar de todo, algunos podría pensar “pero en Romanos 16:20 se dice que Dios aplastará a Satanás bajo nuestros pies”. Eso también es una referencia a Génesis 3:15. Los cristianos en general tenemos una parte importante en el aplastar la cabeza del diablo en el Nombre de Cristo, pero María tiene la parte más sobresaliente y única. Ella es en primer lugar la mujer profética que aplató la cabeza de la serpiente, cuando aceptó el plan de Dios para su vida, llegando así a ser instrumento de la salvación del mundo.

 

         En las bodas de Caná de Galilea (Juan 2), cuando se les acabó el vino, María dijo a Jesús: “No tienen vino” y Jesús le respondió: “¿Qué tienes conmigo, mujer?”. Literalmente es “¿qué a mí y a tí, mujer?  Ahí Jesús usa por primera vez esa palabra de Génesis 3:15, “mujer”, la mujer profética que pisaría la cabeza de Lucifer con su simiente, el Mesías, junto con la simiente del Mesías. En algunas culturas hoy es irreverente que un hijo llame a su madre “mujer”. Claro que Jesús no estaba deshonrando a su madre, sino que la estaba honrando al llamarla “mujer” en memoria de la profecía pronunciada acerca de ella, esa mujer, Madre del Mesías, que sería medio de liberación para el mundo.

         Fijense en esto: Jesús dijo a María: “¿que a mí y a ti, mujer? Aún no ha llegado mi hora” ¿A qué hora se refiere? A la hora de su glorificación que finalmente sería la cruz. Aunque no había llegado su hora, un gran milagro tomó lugar allí por la intercesión de María. No sé trata de que María fuese la única sensible a la necesidad en aquellas bodas, y que a Jesús no le importase. No es que María sea la buena de la película, y Jesús el malo o insensible. Más bien Jesús quiere enseñarnos algo importante por medio de este acontecimiento, y es que él no haría nada hasta que María se lo pidiese. El no se habría encarnado si María no hubiera dicho “si”; él no comenzó su ministerio milagroso y público hasta que María se lo pidiese. Jesús muestra su relación mística con su Madre María. “Aún no ha venido mi hora”, dijo Jesús; María dijo de otro modo “Sí, ha venido”. Juan 2:11 dice que Jesús empezó allí a manifestar su gloria. Podemos decir que fue María quien le empezó. Ella intervino para que viniese al mundo, y así también para que empezase su ministrio público.

         La siguiente vez que Jesús honra a su Madre llamándola “mujer” (gune), recordándola de su posición de liberadora, de la mujer que pisaría la cabeza del diablo, la nueva Eva, fue desde la cruz.  Juan 19:26-27 dice:

  Cuando vio Jesús a su madre, y al dicípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre.” Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.

 

         Es interesante que el texto griego dice “desde aquella hora el discípulo la recibió como suya”, y “suya” es usado en plural, o sea queriendo decir “de ellos”. Esto no tiene sentido a menos que uno sea católico. ¿Por qué usa el plural cuando es Juan en singular quien recibió a María como madre? Porque Juan nos representa a todos nosotros. ¡Ven ustedes! Jesús no iba a morir sin antes darnos a su Madre. María en nuestra Madre. Ella es la Nueva Eva, somos sus hijos. Lucas 2:34-35 dice:

  Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.”

 

         A pesar de que había leído estos versículos muchas veces, yo no entendía el significado profundo que contiene. Mis ojos estaban cegados a ello, hasta que un día comprendí. Esa “señal que será contradicha” o “señal de contradicción” es la cruz. Después Simeón se dirige a María, aunque José estaba presente, y la dice que una espada traspasará su corazón. María sufriría enormemente ante la cruz “para que fueran revelados los pensamientos de muchos corazones”. Fue en ese momento histórico en el que el corazón de María se desgarró junto con el sufrimiento de la cruz de su Hijo, que ella vino a ser nuestra Madre, co-redentora junto con Jesús.

         La idea de María, como la “nueva Eva” es muy antigua. Por ejemplo en la epístola de Diogneto, escrita alrededor del año 100 d.c.,  en el capítulo 12 se menciona a “la nueva Eva que no peca” ¿Quién es esa nueva Eva? El cumplimiento de Genesis 3:15 que es María. San Justino Mártir, escribiendo en 150 d.c.,  en su diálogo con Trifo, sección 100, menciona a la Nueva Eva y la identifica abiertamente como María. Estos son hombres que conocieron a los apóstoles, al menos al apóstol Juan. San Ireneo, quien era discípulo de Policarpo, quien a su vez era discípulo de Juan el Apóstol, escribiendo en 180 d.c. en su obra clásica Contra las Herejías, habló extensamente acerca de María como el complimiento de Génesis 3:15, como la Nueva Eva.

         Desafortunadamente muchos piensan que estos conceptos sobre María no aparecieron hasta los siglos XIX y XX: en 1854, la Inmaculada Concepción; en 1950, la Ascensión de María.  ¿Fue en esas fechas cuando nacieron estas ideas y conceptos sobre María? De ningún modo. Lean los escritos de los primeros padres de la Iglesia, y se darán cuenta que las declaraciones dogmáticas tienen una base muy sólida, aunque no se declarasen como dogmas hasta esos tiempos. ¿Diremos que los cristianos no creían en la Trinidad de Dios hasta el año 325 d.c. porque no fue definida hasta entonces? Por supuesto que no. Los cristianos creían en la Trinidad desde el principio.

Lo significativo aquí es que vemos como la Iglesia enseñaba que María era la Nueva Eva en el siglo II, mucho antes de que podamos encontrar la palabra Trinidad en los escritos de los Padres de la Iglesia. La primera vez que encontramos la palabra Trinidad es en los escritos de san Teófilo de Antioquía en 181 d.c.. Sin embargo los verdaderos cristianos creían en la Trinidad desde el principio. Escuchen lo que dijo san Ireneo en cuanto a María, la Nueva Eva en el libro tercero de “Contra las Herejías” capítulo 22 párrafo 4:

  María la Virgen fue hallada obediente cuando dijo “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí, según tu palabra”. Sin embargo Eva fue desobediente, porque ella no obedeció cuando aún era una virgen. Incluso teniendo a su marido Adán, pero siendo aún virgen, como lo era María. Habiendo desobedecido vino a ser la causa de muerte para sí misma y para la humanidad entera. Así María, teniendo un marido asignado para ella, y, sin embargo, siendo virgen, cediendo en obediencia, vino a ser la causa de nuestra salvación para sí misma y para la humanidad entera. Y así fue cómo el nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de María. Porque lo que la virgen Eva ató por medio de incredulidad, la virgen María libertó por medio de su fe y obediencia.”

 

         ¿Qué nos dice esto sobre María? Recordemos que el Antiguo Testamento contiene figuras proféticas que se les llama sombras de las mismas realidades que se cumplen en el Nuevo Testamento. María es el cumplimiento de esa figura profética que era Eva. Recordemos que la sombra no puede ser más gloriosa que el objeto en sí de donde procede la sombra. Ninguna figura profética del Antiguo Testamento puede ser superior a su cumplimiento en el Nuevo Testamento. ¿Fue Eva creada con pecado? No, sino que originalmente era inmaculada. Pensar, entonces, que María nació en pecado es inimaginable según la teología del Nuevo Testamento. ¿Quién es el Nuevo Adán? Jesús. ¿Quién es superior Adán o Jesús? Jesús. Si decimos que Eva nació inmaculada y que María nadió contaminada por el pecado original, estamos diciendo que Eva era superior orignalmente que María, que es el cumplimiento en el Nuevo Testamento. Es como decir que Adán es superior a Jesús. ¿Quién es superior? ¿el diablo del Antiguo Testamento que trae el mensaje de muerte, o el Espíritu Santo en el Nuevo Testamento que trae el mensaje de vida? Del mismo modo María tiene por necesidad que ser superior a Eva. Eva fue creada sin pecado, María tuvo que ser concebida sin pecado. Teniendo en cuenta que fue el pecado de Eva que trajo la muerte al mundo, María tenía que ser limpia de todo pecado para poder traer la vida al mundo; no sólo en ese momento histórico con Jesús, y por toda su vida terrenal,  sino que incluso ahora en el cielo, ella sigue dando a luz hijos, aquellos donde mora su Hijo.

 

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